Thursday, July 22, 2010

Sin dormir

Por: Amelia Sandoval Ysmodes

EJERCICIOS PARA EVITAR EL SUEÑO, obra de danza contemporánea y video dirigida por la bailarina Cecilia Borasino, fue presentada como parte de la I Convocatoria de Ayudas a la Producción y Exhibición de Artes Escénicas del Centro Cultural de España en la última semana del mes de Junio del 2010. Propuesta interpretada por Cecilia Borasino y el bailarín José Ruiz Subauste, nos propone el argumento del mundo de los sueños -nuestro lado inconsciente- y la lucha por evitar tomar contacto con él, alejándonos de nuestras emociones y sentimientos más profundos. La música compuesta para esta obra estuvo a cargo de Omar Lavalle, con la cual pretendía adentrarnos en el mundo de nuestro inconsciente. Cabe mencionar el vestuario a cargo de la diseñadora Sumy Cujon, vestuario simple conformado por pantalón y camisa, que denotaba a mi parecer ese lado consciente del ser humano, ese lado que se rehúsa a soñar. En cuanto al video proyectado, las imágenes vertidas en él guardaban relación por momentos con lo sucedido en escena, en otros momentos las imágenes proyectadas resultaban ser en vano, muchas veces distraían la mirada de lo que acontecía con los bailarines, siendo complicada la apreciación completa de la obra en sí.

Ni bien entramos al teatro el escenario nos recibe con papales blancos arrugados dispuestos a lo largo del mismo, palomas de papel en el piso, una máquina de escribir al extremo derecho y un gran baúl de madera situado en el extremo izquierdo del escenario. En la primera parte de la obra observamos el trabajo de los intérpretes con los papeles y la máquina de escribir, a esto le sigue el trabajo realizado con almohadas haciendo las veces de cama, donde sale a relucir la lucha interna y urgencia por mantenerse despiertos y no ingresar en el inconsciente de los sueños. Los movimientos fueron claros para llegar a transmitir esta sensación, sin embargo por momentos resultaron a mí parecer gratuitos, casi “adornos”.

Un momento que me pareció interesante como propuesta de movimiento fueron las acciones que realizaron de olfatearse el uno al otro. Aunque por momentos se tornaba un tanto perturbador, considero que pudo desarrollarse mucho más y crecer. La obra continúa con secuencias de movimiento entre los bailarines, dando a entender el deseo de entrar a ese mundo onírico (representado por la proyección en la pared) pero al mismo tiempo no poder hacerlo. Realizan movimientos de entrada y salida del piso y de contacto con la proyección.

Otro momento que cabe resaltar es el solo interpretado por Cecilia Borasino, muy bien logrado en cuanto a movimiento, demostrando gran presencia en el escenario y dominio del mismo. Sus movimientos denotan claramente la desesperación por no sucumbir en el mundo de los sueños.

En general pudieron indagar más en el movimiento y no quedarse sólo con los típicos movimientos conocidos por todos. Hubo imágenes muy interesantes y otras que no guardaban relación con la trama del montaje. Ambos bailarines cumplieron como intérpretes, siendo Cecilia Borasino la más fuerte en cuanto a técnica y presencia escénica.

Wednesday, July 21, 2010

Evitando el Sueño

por Susana de la Cruz

Ejercicios para evitar el sueño es una propuesta de danza contemporánea dirigida por Cecilia Borasino y que se presentó en el marco de la I Convocatoria de Ayudas a la producción y exhibición de Artes Escénicas del Centro Cultural de España en el mes de junio del 2010.
La obra, en la que participan como intérpretes Cecilia misma y José Ruiz Subauste, expone el tema del mundo inconciente del sueño y cómo, en muchas ocasiones, se intenta evadir o evitar lo que en él sucede. Para lograr esto, hacen uso de diferentes elementos: papeles, almohadas, una caja de madera, una máquina de escribir y, como es cada vez más frecuente, proyección de video en el fondo del escenario. Por otro lado, la música de Omar Lavalle intentaba sumergirnos en este mundo onírico.
La sucesión de los movimientos, momentos y elementos van dando cuenta de un proceso de evolución, aunque no tan claro, dentro de la obra. La pieza inicia con el trabajo con los papeles y la máquina de escribir, continúa con todo una serie de secuencias de movimiento con almohadas, una caja (donde se guarda mucho como en el inconciente) se mantiene siempre presente y con el video sucede lo mismo, siempre presente y acompañando todo lo que sucede.
En el escenario los bailarines desarrollan una coreografía que transcurre de una serie de acciones a secuencias de movimiento que van generando, más que otra cosa, una serie de imágenes que dan cuenta de un estado de perturbación, incomodidad, deseo de evadir y evitar.
En el desarrollo de la obra, aunque la coreografía se desarrolla en diversos momentos (trabajo con los papeles, dúo con las almohadas, solo de Borasino y acciones en dúo para finalizar), el trabajo en dúo pareció el que más peso tuvo o al que más peso quisieron darle (finalmente son dos intérpretes en el escenario), especialmente en las acciones con las almohadas. Sin embargo, las imágenes más interesantes resultaron, a mi parecer, el trabajo en solitario de la bailarina que generaba precisamente esta sensación de perturbación tras la búsqueda de evitar ingresar en el mundo no conciente, evitar las sensaciones que pueden ser perturbadoras. La proyección de la mirada, la presencia y sus movimientos daban cuenta de un estado de querer permanecer siempre en alerta.
Por otro lado, cabe resaltar la presencia constante del video que en todo momento acompañaba a la coreografía. En lo personal, considero que en muchos momentos el video resultaba un poco gratuito, las imágenes proyectadas buscaban dar cuenta de un mundo onírico, pero que no precisamente componía de acuerdo a lo que sucedía en el escenario. Aquí también es importante recalcar que mi ubicación no era la más apropiada para observar las composición con el uso del video, lo que me hace también pensar en la ubicación de otros elementos como la caja, la cual no era visible para quienes se ubicaban en el segundo piso y que fue precisamente donde se desarrollaba el cierre de la obra y que no pudo ser apreciada por todos los espectadores de la manera más adecuada.
En general, considero que la obra lo que más logró fue generar una serie de imágenes que lograban la tensión de no querer indagar en lo inconciente. Los movimientos, precisos en su ejecución, resultaban tensos por sí mismos, pero creo que no lograban exactamente introducirnos en este deseo de evitar el sueño. Desde esto, creo que el concepto de la obra resulta bastante interesante, pero al mismo tiempo, complejo de desarrollar, como cualquier tema que quiera involucrarse con lo inconciente, interesante observar una propuesta que intente abordarlo.

Sunday, July 18, 2010

Servicio al Cliente

Por: Claudia Tinageros
“Prohibido pisar el césped” obra presentada por la compañía de danza contemporánea colombiana Tercero Excluido, dentro del Festival Danza Nueva, realizado en el ICPNA durante el mes de junio. La compañía viene trabajando en la creación e investigación interdisciplinaria que atienden temas relacionados a política, cuerpo y espacio. Bajo la dirección coreográfica de Natalia Orozco, bailarina y coreógrafa, estudio Filosofía en la Universidad Javeriana de Bogotá. Cofundadora de la Asociación Alambique (dedicada a la investigación artística y de espacio ambiental), productora de la revista de danza el Cuerpoespín. Coordinó el área de danza del Ministerio de Cultura de Colombia (2007-2008). En colaboración con la compositora musical Ana María Zavaleta, quien utilizo sonidos y ruidos cotidianos creados por computadora, los bailarines Marco Gómez, Juliana Rodríguez, Natalia Jaramillo, Rodrigo Estrada y el diseñador visual Alexander Zumbel dieron vida a la obra creada el 2006.

La obra nos presenta la sumisión de los cuerpos atrapados en un ámbito de vida rutinario, excesivamente repetitivo, que se transforma hasta en violento y doloroso, como todo sistema burocrático que termina haciendo invisible al individuo tratando de convertirlo en una maquina humana que no cuestiona y solo ejecuta.

El desarrollo de la obra gira en torno a los cuatro interpretes bailarines uniformados de blanco y negro que son acompañados por un ambiente semi oscuro, donde la palabra se escucha como una luz que los motiva a seguir trabajando. El elemento principal es una enorme mesa negra, donde los personajes ubicados en línea detrás de ella e iluminados por fluorescentes instalados sobre la mesa, realizan acciones de trabajos de oficina que se van transformando en movimientos mas elaborados, que se caracterizan por ser directos y repetitivos, generando en el espectador la incomodidad de lo excesivo rutinario, creando un vacio que es sustituido por la palabra. Los textos utilizados son de Kafka, Miller y Melville fuentes de inspiración que nos acompañan en diferentes momentos de la obra.

Dentro del trabajo de la mesa se pudo observar momentos de mayor intimidad al transformarla en un espacio diferente donde los bailarines nos presentan imágenes más humanas y cálidas para el espectador, se desarrollan en la parte baja de la mesa, es decir entre las patas, solo se observan piernas y diferentes partes del cuerpo ocultando los rostros por la tapa de la mesa que ha sido abierta y poder crear este ambiente , hay un personaje que transita colgado a lo largo de la mesa, suspendido mágicamente que nos trasmite una sensación de calma después de toda la violencia de trabajo presentada.

Las luces utilizadas en el trabajo de la mesa juegan un papel muy importante en la obra, ya que nos trasladan desde aburridas oficinas, a cuerpos conectados por un deseo de paz y regocijo. Cabe mencionar las imágenes generadas y transformadas en secuencias especiales producidas por las sombras de los cuerpos sobre las paredes el teatro, ya que cobran vida propia para el ojo que pudo detectarlas, en un juego de luz y sombras.

La técnica de movimiento bastante contemporánea empleada en esta propuesta es en base al contacto, el fly low y los cánones, no se aprecian grandes virtuosismos técnicos , por el contrario es bastante urbana e identificable a nuestra realidad también, donde los movimientos parten de acciones más autenticas y reales, que nos transmiten mayor credibilidad y originalidad. Hacen uso de todo el espacio, hasta del no convencional donde transitan los dúos, solos y cuartetos. La participación en escena de la chellista Bivian Monroy ayuda musicalmente a crear la atmosfera necesaria en la obra.

Trabajo colectivo que nos logra ubicar en un contexto real, poco alentador y cansado de nuestra sociedad, donde deberíamos cuestionarnos si es que deseamos ser generadores de cambios.

Saturday, July 17, 2010

Cabeza en el hoyo

Cabeza de Avestruz es el nuevo montaje de la compañía Agárrate Catalina, bajo la dirección de Lucia Meléndez y Miquel de la Rocha. La compañía propone una fusión entre danza y circo, fusión que presentó en su anterior producción “Poleas y Polleras”, y que se sustenta en el uso de artistas que dominan ambas técnicas. Las coreografías son de creación colectiva y la música fluye entre artistas contemporáneos como Bjork y antiguas composiciones de Django Reinhardt.

Construido a la manera de imágenes que se suceden sin un orden cronológico específico o narrativo, el mundo de “Cabeza de Avestruz” se mueve como en un sueño, a través de números independientes pero unidos por un tema en particular: el miedo. La imagen del avestruz, esta ave gigante pero de aspecto torpe, que mete su cabeza en un hueco como forma de ocultarse del peligro, es la llave de entrada a las imágenes del espectáculo.

El grupo propone un lenguaje donde la técnica es una excusa para crear situaciones y climas. Un mundo construido por recuerdos que se convierten en “números”, por ejemplo, el primero es un solo de danza donde Cori Cruz, bailarina, presta su imagen a la de una niña que se oculta debajo de su cama. Luego vemos fiestas infantiles, globos, piñatas, peleas entre padres, padres que no encuentran a sus hijos, padres que se aman, y padres que castigan a sus hijos.

La técnica de bailarines y acróbatas, algunos más especializados en una sola, es impecable. El uso de los elementos circenses también es una excusa para bailar en ellos, en ese sentido el dúo de Inés Coronado y Carlos Olivera es una muestra, la cuerda casi no se usa como tal (a la manera clásica de los elementos aéreos de circo). Las situaciones son resueltas a manera de pequeñas escenas, muy teatrales, y en ese sentido lo más disímil es el registro expresivo de cada uno de ellos. Se evidencia la diferencia de experiencias entre una muy resuelta Margoth Lozano, bailarina, acróbata y actriz, y el más joven de ellos, que evidencia una muy buena técnica pero que aún le falta encontrar un poco más de verdad en escena.

La puesta se vio bastante afectada por el espacio. Al ser uno de los proyectos financiados por el CC de España el montaje fue un poco forzado a entrar en las afueras de la casa que ocupan en Sta. Beatriz. Difícil ver y seguir las acciones, a veces por la distancia, a veces por la posición desde la cual se veían. En general se vio un trabajo en proceso, no terminado aun, pero lleno de imágenes poderosas y de momentos muy bien logrados. Mi favorito, el dúo de la cama entre Miquel de la Rocha y Carola Robles. Un número donde se unifica la propuesta del grupo, la danza, la acrobacia y la interpretación al servicio de una pequeña escena, una pareja, que se persigue y se aleja en un reducido espacio, una cama elevada que permite además convertirse en elemento aéreo.

Cabeza de avestruz promete y se deja ver, y nos deja con la curiosidad de verla terminada y en su casa.

Thursday, July 15, 2010

Un cuerpo ajeno

Inés Jáuregui Vásquez

Dentro del Festival Danza Nueva, realizado en el ICPNA durante el mes de junio, se presentó “Prohibido pisar el Césped”, por la compañía colombiana Tercero Excluido. La obra cuenta con cuatro años de creación y ha participado en diversos encuentros de Danza en Colombia, México y Ecuador. La directora y coreógrafa Natalia Orozco estudió Filosofía en la P.U. Javeriana y tiene una amplia trayectoria como intérprete. Es una de los fundadores de la Asociación Alambique-Ontología Buena y el Espacio Ambimental, casa dedicada a abrir el diálogo, la creación y la investigación artística interdisciplinaria. Los intérpretes de esta pieza son; Juliana Rodríguez, Marco Gómez, Rodrigo Estrada y Natalia Jaramillo, cabe señalar que todos los intérpretes además de ser bailarines han tenido una experiencia previa en teatro y claun. Este montaje se desliza entre la danza contemporánea y la danza teatro.

Prohibido pisar el césped nos acerca al hastío de la rutina, a través de movimientos repetitivos y en constante aceleración, logran trasmitirnos la enajenación del propio cuerpo, dentro de los enormes y enredados sistemas burocráticos.

La obra inicia presentándonos a cuatro seres iguales que caminan susurrando fragmentos de libros de Henry Miller, Melville y Kafka, textos que serán utilizados a lo largo de la función. Los cuatro bailarines se ubican en fila, frente a una larga mesa iluminados por dos fluorescentes, vestidos con camisas blancas y ropa interior negra. Realizan movimientos iguales y en canon, parten de acciones de trabajos de oficina, las que crecen hasta acelerar el ritmo de la escena y hacer interactuar a los bailarines. Dos de los textos mencionados que condensan el espíritu de la obra, nos hablan en un caso, sobre el deseo que todo se extinga para poder tener al fin conciencia del propio cuerpo y el otro, sobre el deseo que en una ciudad que crece como el cáncer, brille todo el cuerpo como una rayo de luz profundo.

El uso de la mesa es muy variado, ya que además de traernos una atmósfera de oficina es un soporte, una superficie, y una barrera que distingue el espacio. Nos muestra la falsedad de los formalismos, aquello que vemos encima de la mesa difiere de lo que va por debajo. Este uso complementado por una iluminación cálida, nos regala una secuencia sólo de piernas y muslos, un suave unísono y una serie de imágenes estéticamente muy bellas.

La propuesta de movimiento del grupo refleja un trabajo de danza por contacto y de fly low. Tanto en los dúos como en los cuartetos, la comunicación y el estado de alerta en los bailarines es muy claro. Manejan un tipo de contac basado en los soportes y una energía muy potente, que incluso puede verse como violenta, la fuerza de los movimientos y encajes siempre encuentra una respuesta de la misma intensidad, sobre todo en el dúo entre los dos bailarines, siendo muy agradable observar la técnica de sus movimientos y las posibilidades de riesgo que alcanzan. La ejecución del bailarín Marco Gómez destaca por la versatilidad de su cuerpo, la potencia y limpieza de sus acciones.

Los elementos usados en escena y el vestuario, son pocos pero han sido explotados al máximo, pues refuerzan el tema de la obra y la atmósfera que buscan crear: Camisas, luces, piel, dos pantalones de tela, una mesa, una corbata y una manzana, es todo lo que necesitan para habitar el espacio de movimiento, de distintas calidades y de sensaciones que van desde la angustia y el hastío hasta la tranquilidad y la risa frente a una posibilidad de escape a esta maquinaria burocrática, en la que el sistema nos envuelve. Otros dos elementos que permiten la construcción de la atmosfera, son la música y la presencia de la chellista Bivian Monroy en escena. La musicalización de la obra fue creada por computadora y hecha especialmente para el montaje por Ana Romano, quien utilizó sonidos de la calle, y de máquinas de escribir entre otros.

Esta pieza es el resultado de un trabajo colectivo y una reflexión profunda, sobre dónde nos encontramos y cómo es que logramos vivir en este mundo moderno. Me satisface mucho apreciar cómo la literatura, la política y la danza pueden confluir en una obra tan entretenida, como significativa.

Monday, July 5, 2010

Juegos escénicos: propuestas de Brasil y Perú confluyen en un mismo espacio

El pasado lunes 28 de junio se presentó en la Galería del ICPNA de Miraflores una performance compuesta por fragmentos de tres distintas obras: “Pequeno sonho das folhas vermelhas” del bailarín y músico brasilero Marco Xavier; “Estanque” de la bailarina peruana Maureen Llewellyn-Jones; y “Montaña. El arte de permanecer de pie correctamente” de la bailarina brasilera Simone Mello. Participaron también de este juego escénico propuesto por Marco Xavier, los músicos peruanos Ramón Nanura y Edgar Arosena, quienes tocaron principalmente la guitarra acústica y la guitarra eléctrica.

Se trató de un recorrido por distintas zonas de la galería. Si bien la propuesta tuvo un formato de collage, hubo algunos elementos unificadores que le permitían al espectador moverse dentro de un mismo universo escénico. La pieza de Marco Xavier y la de Maureen Llewellyn Jones guardaban cierta relación ya que ambos trabajos se inspiraron en temas relacionados con la naturaleza; mientras que el de Simone Mello partió de reflexiones sobre el acto de la creación. Fue visible, además, que los tres artistas han realizado investigaciones en las que hacen uso de distintas técnicas de movimiento, las cuales fusionan o descomponen para generar una calidad propia.

Otro recurso común es que los tres involucran de manera activa al espectador. Al no haber un guía ni zonas dispuestas para la ubicación del público, fueron los mismos espectadores quienes desde el inicio determinaron los límites del espacio y la proximidad física que mantendrían con respecto a los bailarines. Por su parte, los artistas hacían evidente su conciencia de la presencia del público: mirándolo directamente, intercambiando gestos con él, o generando distancias muy cercanas durante el desarrollo de sus performances.

La primera intervención estuvo a cargo de Marco Xavier, quien empezó desplazándose por el espacio mientras tocaba la armónica. Lo acompañó uno de los músicos peruanos pero no para tocar otro instrumento sino para iniciar una danza sostenida que recurría a ciertos movimientos orientales; en ella, la gestualidad y las acciones físicas nos remitieron a un ambiente natural.

La performance cobró mayor intensidad con la intervención de Simone Mello, quien a través de la manipulación de una tela y de movimientos repetitivos pero con cambios de ritmo graduales, logró concentrar la energía de la concurrencia, que hasta entonces había estado disipada. Simone exploró la pared como punto de apoyo, logrando momentos conmovedores. La exposición de su torso desnudo fue uno de los momentos mejores logrados por la naturalidad con que se realizó.

La figura, presencia y apoderamiento del espacio de Maureen Llewelyn-Jones hicieron que el público ingrese rápidamente en su universo interior. A pesar de que sus movimientos mantuvieron un ritmo constante, sin cambios que generasen mayores sorpresas; tanto su sonrisa intimidante como su mirada penetrante sostuvieron un baile que parecía ser una ofrenda para quienes la rodeábamos, con un gran nivel de proyección. La música en vivo acompañó adecuadamente todo este momento, sin que la presencia de los músicos distraiga el ojo del espectador.

Una nueva intervención de Simone durante la cual improvisa movimientos violentos y desgarradores, resulta interesante por el hecho de ver a la bailarina en un estado emocional totalmente diferente al anterior. Son muy meritorias sus transiciones de movimientos muy expresivos y arriesgados hacia acciones muy pequeñas y cotidianas, manteniendo una línea fluida.

En el último espacio de la galería, nos espera Marco Xavier con un traje blanco en el que guarda hojas secas. Se crea una nueva atmósfera con una textura muy clara, que evoca a la magia de la naturaleza y que nos remite al momento inicial de la performance. Sin embargo, nuevamente la repetición sin cambios de ritmo ni elementos sorpresivos termina por agotar esta acción que se extiende más de lo necesario. Interesante por primera vez el uso del proyector que hasta este momento ha acompañado las performances mostrando fotos fijas. Esta vez, las imágenes son proyectadas en el traje blanco de Marco; es Simone quien manipula el aparato, siguiendo atenta e insistentemente todos los movimientos del bailarín.

Este juego escénico, como fue anunciado, resulta interesante por las individualidades pero no logra explotar los recursos a los que apela (las proyecciones, la música en vivo, la presencia activa del espectador) ni plantear relaciones del todo claras entre los bailarines. Definitivamente, los casi 80 minutos que dura la performance, se sostienen por la presencia de los artistas y por lo agradable que resulta apreciar tres cuerpos con tres calidades de movimiento tan distintas entre sí. El trabajo resulta una interesante muestra de procesos creativos, pero con muchas mejorías posibles en el ritmo general, la concepción, la estructuración y la conjunción de las tres performances en un solo espectáculo. Sin duda, la iniciativa de mezclar en un mismo espacio propuestas de artistas de distintos países constituye una experiencia distinta para el público limeño.