Por: Claudia Tinageros
“Prohibido pisar el césped” obra presentada por la compañía de danza contemporánea colombiana Tercero Excluido, dentro del Festival Danza Nueva, realizado en el ICPNA durante el mes de junio. La compañía viene trabajando en la creación e investigación interdisciplinaria que atienden temas relacionados a política, cuerpo y espacio. Bajo la dirección coreográfica de Natalia Orozco, bailarina y coreógrafa, estudio Filosofía en la Universidad Javeriana de Bogotá. Cofundadora de la Asociación Alambique (dedicada a la investigación artística y de espacio ambiental), productora de la revista de danza el Cuerpoespín. Coordinó el área de danza del Ministerio de Cultura de Colombia (2007-2008). En colaboración con la compositora musical Ana María Zavaleta, quien utilizo sonidos y ruidos cotidianos creados por computadora, los bailarines Marco Gómez, Juliana Rodríguez, Natalia Jaramillo, Rodrigo Estrada y el diseñador visual Alexander Zumbel dieron vida a la obra creada el 2006.
La obra nos presenta la sumisión de los cuerpos atrapados en un ámbito de vida rutinario, excesivamente repetitivo, que se transforma hasta en violento y doloroso, como todo sistema burocrático que termina haciendo invisible al individuo tratando de convertirlo en una maquina humana que no cuestiona y solo ejecuta.
El desarrollo de la obra gira en torno a los cuatro interpretes bailarines uniformados de blanco y negro que son acompañados por un ambiente semi oscuro, donde la palabra se escucha como una luz que los motiva a seguir trabajando. El elemento principal es una enorme mesa negra, donde los personajes ubicados en línea detrás de ella e iluminados por fluorescentes instalados sobre la mesa, realizan acciones de trabajos de oficina que se van transformando en movimientos mas elaborados, que se caracterizan por ser directos y repetitivos, generando en el espectador la incomodidad de lo excesivo rutinario, creando un vacio que es sustituido por la palabra. Los textos utilizados son de Kafka, Miller y Melville fuentes de inspiración que nos acompañan en diferentes momentos de la obra.
Dentro del trabajo de la mesa se pudo observar momentos de mayor intimidad al transformarla en un espacio diferente donde los bailarines nos presentan imágenes más humanas y cálidas para el espectador, se desarrollan en la parte baja de la mesa, es decir entre las patas, solo se observan piernas y diferentes partes del cuerpo ocultando los rostros por la tapa de la mesa que ha sido abierta y poder crear este ambiente , hay un personaje que transita colgado a lo largo de la mesa, suspendido mágicamente que nos trasmite una sensación de calma después de toda la violencia de trabajo presentada.
Las luces utilizadas en el trabajo de la mesa juegan un papel muy importante en la obra, ya que nos trasladan desde aburridas oficinas, a cuerpos conectados por un deseo de paz y regocijo. Cabe mencionar las imágenes generadas y transformadas en secuencias especiales producidas por las sombras de los cuerpos sobre las paredes el teatro, ya que cobran vida propia para el ojo que pudo detectarlas, en un juego de luz y sombras.
La técnica de movimiento bastante contemporánea empleada en esta propuesta es en base al contacto, el fly low y los cánones, no se aprecian grandes virtuosismos técnicos , por el contrario es bastante urbana e identificable a nuestra realidad también, donde los movimientos parten de acciones más autenticas y reales, que nos transmiten mayor credibilidad y originalidad. Hacen uso de todo el espacio, hasta del no convencional donde transitan los dúos, solos y cuartetos. La participación en escena de la chellista Bivian Monroy ayuda musicalmente a crear la atmosfera necesaria en la obra.
Trabajo colectivo que nos logra ubicar en un contexto real, poco alentador y cansado de nuestra sociedad, donde deberíamos cuestionarnos si es que deseamos ser generadores de cambios.
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