LAGRIMAS FRÍAS
Adriana Arrunátegui
Lagrimas de Pastoruri es el espectáculo de danza contemporánea que abrió el decimo segundo Festival Internacional de Lima Danza Nueva, el Jueves 3 de Junio del 2010. Estuvo a cargo del grupo Terpsícore Proyectos, sobre la creación, coreografía y dirección del maestro y bailarín costarricense Rogelio López.
Nos recibe un escenario con atmosfera de espacio natural donde predominan los blancos y elementos volumétricos reminiscentes a formas geográficas. Escuchamos gotas de agua a ritmo de descongelamiento, generando una sensación de temperatura más fría de la que había hasta el momento. Luz focalizada y un expresivo cuerpo humano a través de la sombra se comunica como el vivo espíritu de la montaña, intentando emitir mensajes, desde suavemente dichos hasta intensos gritos de urgencia.
Se presenta una emisaria, quien parece haberse desprendido de uno de los nevados. Transmite energía detenida y en alerta. Nos expone una situación límite a través de movimientos limpios, exactos, ondulantes, pasan de lo sutil a tajantes cortes del espacio. Derivando en una acción dramática que deja huellas de lágrimas provenientes de las montañas.
Uno de los elementos escenográficos cobra vida a través del video proyectado en ella. Son los años, pudiendo estar contándonos una historia de nuestro país y del planeta que habitamos. Ello refuerza el carácter de urgencia de lo desarrollado hasta el momento, e invita al cuestionamiento a cerca de aquellos hechos históricos y su relación con la preocupación de fondo que empieza a crecer en nosotros, a cerca del deterioro de la Tierra y sus consecuencias.
Cuatro bailarines cambian de roles en la atmósfera de un medio ambiente que lucha por su supervivencia. A través de atinadas piezas instrumentales, compuestas por Raúl Arévalo, ellos nos llevan de un cuadro a otro donde el cuarteto o los dúos, asumen distintas posiciones y personajes en torno a la problemática del espacio físico que habitamos y específicamente del calentamiento global y sus efectos en los andes peruanos.
Alternando con la música, una voz narra cálidamente acerca de la influencia del espacio en la vida tradicional andina. Por momentos esto resulta brumador. Sin embargo, en el ejercicio de dejarlo acompañar sin pretender entenderlo todo, acierta en el ritmo y las pautas de personajes en movimiento.
Otra intervención de video, donde aparecen segmentos de un cuerpo femenino, me invita a ver a la montaña como un personaje vivo en movimiento latente.
Los intérpretes, Neva Graham, Lili Zeni, Franklin Dávalos y José Ruiz, hacen un excelente uso de su posibilidades corporales, técnicas y expresivas en general. Ciertos movimientos y gestos son recurrentes a lo largo de la obra a la cual le atribuyen ilación, funcionando de conectores entre los distintos cuadros y personajes.
Hacia el final, es probable que el nevado haya dejado de serlo, considerando la caída de gotas durante la obra y antes de empezar. El desarrollo general me generó un gran interés a demás de preocupación por el tema del calentamiento global y como se manifiesta en el Perú a través del caso del Pastoruri. También la confianza en el poder de lo que cada uno puede hacer para evitar la degeneración del planeta.
Una manera especial y valiosa de dejarnos saber a cerca del estado en que se encuentra el Pastoruri y de hacer un llamado de alerta en cuanto a como nos identificamos con el espacio que nos contiene y la responsabilidad que debemos tener sobre ello. Si bien cada cuadro tiene momentos interesantes, hay un exceso de escenas generando una longitud de la obra que podría ser menor. El compromiso de los bailarines con el desarrollo de las escenas es muy significativo. Hubo ciertas imprecisiones en la coordinación de movimientos entre uno y otro, quizás por tratarse de la primera función.
Creo que es una buena muestra de danza contemporánea realizada en nuestro país, recomendable y con un mensaje muy oportuno y pertinente en nuestros días.
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