Esta vez le tocó el turno a Agárrate Catalina, quien bajo la dirección de Lucía Meléndez y Miquel de la Rocha presentaron Cabeza de Avestruz un espectáculo de circo y danza donde reflexionan sobre los castigos como parte de la educación y a lo que pueden conllevar estas acciones.
El espectáculo es un fragmento de lo que se presentará en Julio, este nos brinda escenas de lo que sucede en la vida niños durante su duro crecimiento; en esta ocasión Lucía Meléndez nos presenta una historia más clara y concreta, que su anterior trabajo (Poleas y Polleras), que nos conduce por un camino de emociones, imágenes y colorido.
La escenografía es uno de los elementos de mayor valor en este montaje, empieza en una cama que instantáneamente nos traslada a la niñez, miedos nocturnos, una niña que desde su cama nos cuenta una historia con su cuerpo y por momentos podemos creer que ella es una prolongación que se esconde bajo el colchón de la pequeña cama, puertas que se abren y se cierran mostrándonos cosas obscuras, rostros duros y actitudes violentas, juegos infantiles llenos de risas que se convierten repentinamente en persecuciones, niñas-mujeres con rostros atribulados, donde sus casitas de madera se transforman en prisiones y sus zapatitos se convierten en tacones inseguros.
Muestra una danza sutil bien elaborada, acoplada a los elementos y aprovechando el talento y la experiencia de algunos intérpretes entre quienes cabe destacar a Cori Cruz, Miquel de la Rocha, Margot Lozano, Carola Robles y el novel Augusto Montero, todos haciendo gala de sus habilidades acrobáticas y escénicas.
Los dúos fueron las propuestas más elaboradas y acertadas entre ellos cabe destacar el de Cori Cruz y Miquel de la Rocha quienes demostraron una mezcla de técnica de contacto con acroportes y donde se pudo observar la danza unida al circo, era clara la lectura de miedo y manipulación, por momentos transgresora y cruel hacia la niña quien iba creciendo al igual que sus temores, a pesar de hubo momentos de tensión por los arriesgados movimientos y algunas fallas en las dinámicas, estas fueron superadas gracias a la confianza y las variaciones, resolviendo satisfactoriamente los impasses. Otro momento fue el desarrollado en una cama en altura por De la Rocha y Carola Robles, la interpretación de los personajes ya en su etapa de adultos, de pareja hacía que nos involucremos en lo que sucedía en esa noche de insomnio. Por último el dúo entre Inés Coronado y Carlos Olivera totalmente de circo, que fue desarrollado en la cuerda y que a pesar de ser un elemento que requiere de fuerza física, pudimos apreciar una calidez y ternura en todos sus desplazamientos contándonos una historia convincente en las alturas.
Algunas de las acciones grupales carecieron de limpieza en sus movimientos, errores de cálculo quizás por poco ensayo o la emoción del momento por parte de algunos de sus ejecutantes, equivocaciones mínimamente disimuladas que denotaban la pérdida de concentración por breves instantes; cabe resaltar que la energía de todos los artistas siempre se mantuvo durante el desarrollo de toda la pieza, había compromiso y reflejaban una buena química de interacción en conjunto, lo que hizo que el público se mantuviera permanentemente interesado.
Cabeza de Avestruz nos presentó un concepto bien elaborado el cual fue enriquecido no sólo por la escenografía, que en un momento fue itinerante, pero lamentablemente se perdió visualmente debido a la ubicación de los asientos; el uso de los vestuarios fue apropiado, algunos más llamativos que otros pero todos dentro de un contexto real que lindaba con lo cotidiano. La música fue otro de los recursos bien utilizados, a pesar de ciertos errores técnicos a tomar en cuenta para próximas presentaciones, los momentos en los cuales los instrumentos o las voces reforzaban lo que ocurría en escena así como los acertados silencios contribuyeron a crear mayor interés entre los asistentes.
Es grato que la danza y el circo se unan para tocar temas que conocemos y a veces ocultamos, es satisfactorio que ya no hacemos oídos sordos, ni escondemos las cabezas frente a las conductas socialmente aceptadas como regenerativas-educativas que solo contribuyen a continuar con el círculo vicioso del maltrato; atinada alternativa de hurgar a través del arte en el conciente- inconciente infantil, una buena propuesta que con algunas revisiones se perfila como excelente espectáculo por presentar.
Emilia Mendoza
No comments:
Post a Comment